Apenas llegué a Lugano ayer a la noche me encontré con familia, y fuimos a cenar. Me preguntaron cómo me fue; les dije “déjenme cenar y mientras me cuentan ustedes” para preparar. Me contaron cosas tan profundamente bellas, humanas, casi espirituales, que tuve poco por contestar. Les hice entender con pocas palabras que estoy disfrutando un montón, cumpliendo mi sueño, pero esperaban entenderme y yo deseé que me entendieran pero no lo logré. No es fácil comunicar placeres que no son compartidos. Y me hizo pensar: qué estoy disfrutando tanto de este viaje si no es eso Humano, eso que amé en todos mis viajes o sentí su falta, y que les hubiera contado sin darles ni un minuto para agregar preguntas mientras hablo apasionadamente?

Hoy me desperté en Lugano, desayuné/almorcé con ellos, y partí. Subí el Monte Bre y tuve la vista panorámica del paraíso suizo, que estimo en el “Top Ten” de los paraísos del planeta, consciente de que es competencia difícil. En la bajada no había ningún otro vehículo así que aproveché para probar los frenos de la moto, primero el de atrás, después el de adelante, después los dos. Ahora entiendo cómo hacen mover la moto si necesito usarlos a fondo. Mi XTZ no bloquea adelante en asfalto seco porque llega a hacer la presión justa; esta no bloquea porque tiene ABS. Fue muy divertido, y útil para sentirme más cómodo.

Vista a Lugano desde el Monte Bre

Encaré hacia Italia, el plan era ir a Belluno. De nuevo, la cantidad de kilómetros es abordable pero la cantidad de horas que toma es incontable. Para peor tomé equivocadamente un acceso a una autopista y, entre túneles y puentes, no encontré salida por media hora. Terminé en Bellano (creí que me estaban tomando el pelo), donde tomé un cafecito, y pensé que en verdad no hay cómo perderse en estas rutas, si toda equivocación conduce siempre al paraíso que busco, y que es desde donde salgo cada mañana. Decidí volver al cruce equivocado, pero en lugar de por autopista por la ruta que bordea al lago. Ya era el atardecer, llegaría antes del anochecer a donde dormir, en Sondrio. La ruta esta fue un placer tan grande como el Monte Bre. Constantemente zigzageante y curvas no muy amplias, con autos yendo a 60 km/h en promedio, alternaba segunda y tercera bandeando la moto a cada lado en todo momento.

Después tomé autopista a Sondrio, que se convirtió en ruta, y llegué al hotel al anochecer. Estacioné mi 650 al lado de dos hermanos mayores (la 1200GS es hermosa pero demasiado pesada, me parece). Salí a caminar y encontré una feria de arte local, las obras no me llegaron a mí personalmente pero sí me impregné del ambiente festivo, buena parte del pueblo socializaba en la calle, y de los balcones a patios compartidas saliendo de casas de piedra antigüas. Volví a la plaza a cenar un panini (qué plato nos resta importar a los porteños!), y ahora a dormir.

Una vista a Sondrio

El tránsito en Italia es notablemente más desprolijo que en los países más al Norte. Los carteles de velocidad están tan al pedo como en Argentina, los autos pasan en lugares peligrosos, y la distancia prudencial es considerada demasiado prudencial. Viajando en moto, y viniendo de Suiza, lo noto más. Soy el pez que salió del agua Argentina, y entiende que las reglas están buenas. O estarían buenas si es como en Alemania, donde hay lugares donde se pueden escuchar motores potentes a fondo de manera legal (y discutiblemente peligrosa, a ver esas estadísticas!).

Describí a un amigo el zigzageo bordeando el lago y me acordé de la charla en la cena de ayer: porqué algo superficial provoca tanta alegría? Viajar y no conocer personas es un error creo yo, y sin embargo ahora decidiría de nuevo este mismo viaje. Describí también el sonido de la moto al pasar a primera después de teneral en neutral, al arrancar el motor, algunos rebajes. Son pasiones, pero me sorprendí disfrutándolas tanto. No me juzgo, pero quiero entender qué siento, porque el empezar a entender a personas que van al supermercado en Ferraris (por ejemplo) me preocupa un poco. No entiendo aún porqué, pero no quiero hacer eso, y me pregunto cúal es el límite.

En fin, hoy más consciente de que estoy cumpliendo un sueño y más relajado con la relativización de los planes de rutas, pedí extender el alquiler de la moto. Un día más, seguro.