El Viernes salí de Santiago hacia San Pedro de Atacama. Argentina es inmensa, pero porque siempre me enfoco en sus bellezas cordilleranas porque amo la montaña, ahora siento que Chile es igual de gigante. Cerca de Santiago hay montañas para hacer trekking y para escalar. Por Pucón hay cerros, bosques y volcanes. En Punta Arenas hay Torres de piedra indescriptibles, hay desierto patagónico. En Atacama hay montañas altísimas, áridas, y hay desierto. Mucho desierto. Pero no desierto como el de los dibujitos o revistas, en que las dunas se repiten y repiten como en un vacío. Cada 5 kilómetros hay algún fenómeno natural grande.

La ciudad está en un Oasis. Fuera de eso es todo seco, suelo de arena y piedras. De fondo hay volcanes nevados. Las pocas nubes que pasan (cielo azul, sol siempre fuerte) son decoraciones justas para ver amaneceres o atardeceres de colores, inolvidables a diario. Fuimos a la laguna Cejas en bici, tiene tanta sal que uno flota casi afuera del agua. Viento en contra a la vuelta, llegamos de noche y con frío. De noche hace FRIO, de dia hace buen CALOR. El barilochense con quien fuimos empezaba un viaje largo de mochilero, supongo que hoy cruzó el Paso de Jama (hacia la Quebrada de Humahuaca) a dedo.

Ayer antes del amanecer fuimos a los Géisers del Tatio. Su actividad empieza junto con el día. Los guías explican (mientras las montañas se van iluminando por el sol, y el frío mengúa), que hay géisers porque estamos parados sobre un bloque de magma vocánica que calienta las aguas subterráneas, aumentando su presión hasta que se disparan a la superficie. Hay pocos en el mundo, todos en costas del Pacífico. Calentamos huevos duros en una fuente de agua a 85ºC, alimento que además solucionaba el entumecimiento de los dedos. El guía era chileno, hijo de un gerente internacional, viajó por el mundo, fue guía turístico en países de sudaméritca, es ingeniero, hace obras artísticas (decoraciones, carteles, esculturas), trabajó en las minas de Calama, y ahora vuelve a ser guía y a vender arte, con familia recién formada. Contó así, conciso, al final del paseo, porque le preguntamos.

Hoy fuimos a hacer Sandboard, como Snowboard pero en dunas de Arena. Estaba tan emocionado que subía a la duna (tan cansador como puede ser subir en arena), llegaba un poco alto, y me tiraba abajo, y así sucesivamente, como un nene, lleno de arena. Antes de tirarme en una vuelta, los amigos me dijeron: “nos sentamos acá para tomar aire, pero más que nada para ver el paisaje, mirá”. Se llama Valle de la Muerte, que es cerca del Valle de la Luna (que es donde fuimos a ver el atardecer). Alemanes y estadounidenses me preguntaban en ese entorno si hay pasiajes así de impresionantes en Argentina. Y les dije que sí, que de eso se trata la Cordillera de los Andes, maravillas naturales en todos lados, todo el tiempo.

Ayer en la Plaza Principal tocó la banda de carabineros. Sonaban y se veían como una banda militar, pero tocaron de todo (incluso un “compilado” de Queen que me perdí porque llegué tarde). Tocaron cumbias que toda la Plaza cantaba, al final gritaban en chiste: “ahora una que conozcamos!”. Tocaron Jazz, música brasilera, boleros, un par de cumbias, y otros. Un carabinero bailó las más movidas, invitó a chicas del público a bailar, invitó a niños a tocar percusión. Fue increíble. O fue su día de descarga, o son el equipo más “cool” (y/o “loco”) de los Carabineros de Chile, que son siempre muy formales, casi serios.

En San Pedro de Atacama se habla más inglés (también alemán) que castellano. Me recuerda a las Torres del Paine, que es en la punta opuesta de Chile, donde noté lo mismo. Cuando ahora cuento a conocidos que estoy en Atacama me preguntan dónde es eso, y cómo se me ocurrió venir, les resulta raro. Y me pregunto cuántas otras maravillas estaremos dejando pasar, sin darnos cuenta.