Como decía, el Viernes a la madrugada salimos a correr. Pasé a buscar a Nelson a las 6:30 (casi escribo 18:30, la costumbre de que en la madrugada se duerme!) pero dormía, volví a dormir y me pasó a buscar él quince minutos más tarde. Yo tenía la idea de que Nelson era súper maratonista, pero resulta que hacemos tiempos similares. De noche aún cerrada, recorrimos los parques de Providencia y llegamos al Cerro San Cristóbal por la Avenida Pedro de Valdivia. Cruzamos pocas personas: poquísimos deportistas al trote o en bici, trabajadores municipales, chicos que van a la escuela, y ningún borrachón ni sin techo. Empezamos a subir al cerro a paso lento, a 45 minutos de distancia a casa. Ahí desayuné que Nelson planeaba correr cerca de dos horas!

Corrimos bien, vimos el amanecer desde el mirador de Santiago (la Virgen, no el Cristo que creía ver desde la ventana de Eric), y bajamos a trote lento también. Llegamos a casa súper cansados pero bien, elongamos un poco en la terraza, ducha, desayuno/almuerzo en un café (a las 9am) y a trabajar (tema del post anterior).

Me había levantado el ánimo el correr tanto tiempo sin parar, y al ritmo de un corredor regular, pero estuve todo el día hecho una piltrafa. Una fiebre amagaba con apagarme el motor si seguía sin descansar, y el trote la intensificó… El sábado me levanté casi enfermo, estuve descansando todo el día, salimos a almorzar con un alemán que acaba de llegar, Florian. Nelson nos invitó nada menos que a Lolapallooza. Le juré con razón y pasión que no quería ir, que cansado no sabría disfrutar, que sería una carga. Pero su invitación tiró aún más fuerte, y tras un “Alertex”, ibuprofeno y baño tomamos el Metro a Parque O’Higgins.

Compró entradas bajo una autopista con olor a comida podrida (que en realidad es la comida que ahí vendían, si bien las entradas -oficiales- eran caras), llena de gente por el festival de Rock. Eran entradas por el fin de semana entero, pero pagamos servicio por un día, así que el vendedor entró con nosotros, y una vez adentro nos sacó las pulseras y salió a revenderlas. Tuurbio…

Ya adentro nos encontramos con un descampado enorme, 7 escenarios grandes, cada uno lleno de gente, con bandas de rock tocando, sobre el pasto y al sol. No había alcohol porque hay mucho control para que no haya despioles, y estaba lleno de jóvenes “buena onda” (“cool”). Es un evento “verde”, así que había carpas donde daban plantas a quienes tenían entradas legales, juntaban y separaban la basura, tenían remeras con logos de organizaciones, etc. Vimos varias familias con hijos chicos y/o bebés, aunque de tradicionales tenían poco. Vimos bandas de Rock Pesado, música electrónica en un domo gigantesco con efectos de luces e imágenes buenísimas, y otros Rocks que quienes saben de música sabrán reconocer, los que más me gustaron fueron los Arctic Monkeys. Conocí la música de Björk (a nueva al menos, decía Mauricio), que no gustó tanto. Había un helicopterocito a radio control dando vueltas por todo el parque filmando. Uno no podía orinar un eucaliptus tranquilo, con eso les digo todo. Y eso que decían que era un evento verde. Ventajas y desventajas de un Estado más presente!

Acá respetan a la autoridad, y aparentemente la autoridad respeta a la ciudadanía (lo que deviene en problema a veces). La gente está saliendo sin auto, por ejemplo, por el drama que es que te encuentren manejando con poquísimo alcohol en sangre (“tolerancia cero”). Nelson y Mauricio fueron criados en la época de la dictadura además, y ellos mismos cuentan que suelen ser mucho más respetuosos de la autoridad que las generaciones actuales. También ven a los carabineros como servidores de la sociedad… a diferencia de nosotros, que con una coima trabamos nuestro propio caminar.

Ya medio muerto paramos en un restaurant muy bueno a cenar algo, y en el ascensor de vuelta a casa, sabiendo que el Domingo sería un muerto con patas, adelanté a Nelson que tal vez no correría los 21km de Santiago. Me pasó a buscar antes de las 8 más nervioso que chico en exámen, y con poca voz le pude decir que no iba. Se fue corriendo, y pasé un Domingo de descanso y lecturas. Compré con vergüenza en una farmacia Ibuprofeno sin receta, y me querían encajar muchas más drogas! Pocos dramas los vendedores. Vendían frascos azules para disminuir grasas y tonificar músculos sin ejercitarse que parecían ser una maravilla.

Ahora mejorando, con ganas de visitar el Museo de Bellas Artes, que pasé un rato y se ve gigante e imperdible. Un mapa rutero en un cuadro mostraba varias ciudades grandes interconectadas por rutas, autopistas y vías… todas las ciudades se llamaban igual. Hace poco me mostraron un hermoso texto que habla de lo mismo: Itaca.

Mencioné en un momento a Florian, y como cada persona que estoy conociendo merece un post entero. Tienen suerte: sólo estoy escribiendo poco más que un post por día! Tan recortados salen estos diarios.