Después de un buen fin de semana (saldrá en el siguiente post, que sino quedará largo y ahora traigo fresco esto) trabajamos todo el Lunes, de esa manera que esperaba, en la que el trabajo queda tan fronterizo con el tiempo de ocio. Linda pregunta que me hicieron hace poco: “¿Alguna vez trabajaste?”.

A la mañana temprano conocí las oficinas de Providencia. Es Urban Station de Santiago, una casa antigua ahora remodelada, bien iluminada, linda vista, buena internet (dicen, justo hoy fue el lío de Movistar), hecha para “coworking”: compartir espacio de trabajo agradable con otros emprendedores relacionados a la tecnología.

Por la mañana hubo “pitchs” de 5 minutos de la mitad de las startups. Dejó un sabor medio amargo: eran buenas ideas, pero como que no las sabían presentar, y, más sorprendente aún, no lo hacían apasionadmente como uno esperaría si presentan a “su bebé”. Startup Chile da clases para enseñar a exponer, y el presentador, entre cada “pitch” repetía lineamientos generales y felicitaba a los pocos apasionados.

Entre los apasionados entró Eric, que me sorprendió con unas slides súper graciosas, llenas de chistes onda 9gag, ideal para presentar a 50 jóvenes medio aburridos y con sueño. La rompió. Sin embargo en la mañana no lució tanto: como que no había mucho clima para reirse ni participar tampoco.

Porque no había internet trabajamos en la casa de Eric y Clara, bastante, cosas lindas, algunos bugs recurrentes que cansan un poco. Estamos los tres un poco enfermos y débiles (facturas de la semana anterior y del fin de semana), y fuimos con poca gana al atardecer a un “meetup” no sabíamos bien donde pero cerca, de no sabíamos muy bien qué.

Nos sentamos justo cuando empezaba a hablar un chileno (hizo encuesta y ganaron los angloparlantes, usó un clarito inglés), y habló de sus experiencias instalando monedas alternativas en distintas comunidades pequeñas, sus aprendizajes y nuevos problemas descubiertos, y con ello abrió el terreno para que los startupers presentaran sus proyectos y el porqué son novedosos en aspectos económicos o sociales.

Se nos empezó a prender la lamparita de nuevo, a la que se le venía terminando el aceite.

Siguieron presentaciones de 3 minutos, una mejor que la otra, cada una merecería media hora de presentación y una sobremesa entera de intercambio de ideas. Todas sobre compartir. La sensación que me dejaron en síntesis fue que están explotando el lugar que antes tenían los intermediarios por ser necesarios, pero que se pueden suplantar por las nuevas tecnologías. Viajes compartidos en autos de la misma empresa o edificio (o barrio), compra y venta de clases de lo que sea que cada uno sepa o desee aprender, préstamo o alquiler de herramientas entre vecinos, préstamos monetarios de bajo interés a “conocidos” (dentro de su comunidad de usuarios), guías turísticos locales, comidas de chefs cercanos, donaciones para armar espacios públicos (cines, canchas de fútbol, mesas de ping pong sobre volquetes… y la empresa se queda el 5% de lo invertido de cada proyecto exitoso). Todo crowdsourced, todo en comunidad. Y ya no es un concepto alternativo, medio hipster, sino dentro del marco de startups que persiguen, además, lucro. Un esquema que me es nuevo, en el que, lejos de matar o morir, se explota la eficiencia/productividad/deseo de unirse. Y se genera como una confianza “digital”, del tipo: “si pertenecés a esta red, entonces tenemos amistad suficiente como para hacer transacciones confiables” (o la reputación pública te va a enterrar).

Nuestros hijos no van a vivir un mundo mucho más interesante, ¡van a vivir OTRO mundo! En Alemania, contaba un vago, comparten autos porque son racionales, eficientes y económicos; a veces vas en Microbus, a veces te toca un Porsche. Y contestaban: “podés hasta mantener tu status con auto deportivo, ¡por ahí porque lo compartís!”. Y risas porque era un comentario chistoso, pero con bastante de serio como para pensarlo un rato.

A la salida charlamos de esquemas monetarios con el chileno primero, del crowdsourcing de obras públicas con la chica de San Francisco (en San Diego un gobernante se quedó con lo recaudado para una cancha de Basket, contaba Eric, descentralizar la ejecución no lo haría posible). Nos despedimos con la noticia de que se habían robado una computadora, acusaron todos a un único 100% desconocido. Sale un “reality check”, para quienes notaban que estoy en una incubadora!

Y cenamos con un alemán y un irlandés que habían vivido en distintas ciudades del mundo, y mencionaban lo bueno y lo malo de cada lugar, con cero categorías (del tipo “en las ciudades desarrolladas todo es bello y en las desarrolladas todo es desordenado”).

Algunos nombres de empresas que se presentaron en la noche (para googlear, si encuentro las URLs posteo): kassi, aventones, korulabs, mamaroof, jogabo, crowdplaces, localguiding, chefsurfing, p2pcarsharing, cumplo, red agrupa.

El encuentro fue organizado por un emprendedor para obtener los puntos que Startup-Chile nos pide. He aquí otro de los valores que generan: intercambio de ideas entre emprendedores y también entre locales. Si uno va lejos de Santiago con su evento obtiene el doble de puntos. Y, como decía antes, en estos encuentros 1+1 es igual o mayor que 3.

El post me quedó largo y conté un sólo día, sin el fin de semana, que sigue ahorita mismo!