Ayer llegó Clara a su casa. Esa casa fue mía hasta que encontré la actual, la ahora mía. Ahora aquella hermosa casa es la de Eric y Clara, la actual, la mía, es la mía. De nuevo siento este arraigo sin sentido: mi sillón ya es mi sillón. Y me era desconocido hasta ayer.

En la fiesta de despedida en Buenos Aires se unieron grupos de amigos (“viejos”, podemos decirles), del Trabajo, de la Facultad, de Buenos Aires. Todos se llevaron como comentario “qué buena onda son tales amigos de Tute, qué hermosa esa terraza”. Yo les contestaba: “la terraza es fría cuando no hay nadie, y es hermosa cuando vienen ustedes”. Y ellos (grandes) contestaban: “a la terraza la visitan las personas que el dueño atrae”.

Sea responsabilidad de quien sea, en Chile vuelvo a vivir todo eso. Estoy viviendo ahora en la casa de Nelson, en pleno centro, en un edificio feo como todos los del centro, en una terraza imperdible como muchas de las del centro de Santiago, en una casa tan buena como la de cualquier buen familiar. Y me cuentan: “en tu pieza vivió tal persona (un grande), tal otra (un grande), y yo creo que esa onda persiste en las paredes, y se contagia. Por eso cuando veo a alguien mala onda lo invito a irse” (Nelson lo hecha, en palabras de su amigo Mauricio). Hoy tomamos piscos y vinos hasta las 11 (la cepa era Carménère, primera vez que lo escuché pero no la última), mañana a las 6 me sacan a correr al cerro. Gente con mucha energía, literalmente. Y todavía no saqué las cosas de mi mochila.

Volvíamos de bares de Bellas Artes y nos encontramos con Clara y Eric. Los invitaron a no-sé-qué-restaurant a puertas cerradas para los días que vienen. La sensación es que sobra la energía. Y no son inmigrantes veinteañeros, son santiagueños nacidos en los 60s, tan viejos o jóvenes como cada uno desee imaginarlos. Estos días me enteré de que el de la Honda Goldwyn de Pergamino, que pasa los 60s, va a París… ¡a correr el Maratón, dice! Parece que le pasa datos a Mick Jagger para que se mantenga joven.

Cuento todo esto porque personalmente me emociona, y todavía no conté las cosas cotidianas de Startup-Chile, que es como “lo importante” (y vaya si lo es). Van unas líneas sobre eso, pero no muchas para no aburrir, que un post de dos carillas es desde 2010 en adelante –y por definición– aburrido. Si faltan notas, las escribiré junto a las notas del viaje a San Juan o al último en el NOA, cuando ya mis extremidades no sirvan para seguir recorriendo.


En las oficinas de Moneda de Startup-Chile tuvimos hoy temprano charlas de bienvenida, entre las cuales mencionaron los valores, y el que más me llegó es “mente y corazón alineados”. Este concepto es súper interesante: si la mente dice “sí, es lo mejor”, y la pasión dice también “sí, es lo mejor”, SOBRA energías para llevar a cabo lo que uno se proponga, porque nunca será suficiente el trabajo, porque uno nunca se cansa de hacer lo que su razón y corazón dicta. Allanando a castellano sencillo, el corazón sólo puede equivocarse, la razón sola puede aburrir. Otros valores eran más “obvios”, como “hazlo tú mismo”, cosas del estilo de compartir el conocimiento, etc. Dicho sea de paso, Mauricio y Nelson son maratonistas, y ellos salen a correr con los elite de Santiago (de Chile), “maestros” que por su cuenta también sostenían “corazón y mente alineados”.

Otra novedad que llamó mi atención es los objetivos de “Startup Chile”: insistieron con la idea de cómo los “startupers” pueden y deben contribuir al ecosistema emprendedor chileno, y ese es el objetivo principal (sino el único) por el que trabajan. Su idea es que beneficia tanto a uno como a los de al rededor, o que “1 + 1 = 3”. Ellos quieren modernizar el ecosistema actual, y creen que los startupers son catalizadores para lograrlo, que con el solo hecho de compartir lugar de residencia ya enriquecen.

La otra sensación fue (permitan por favor la repetición) de energía. Si bien no nos parecieron las ideas que hasta ahora escuchamos demasiado novedodas (en el sentido de que en su mayoría replican sistemas ya existentes sobre herramientas por ahora modernas), todos tienen a mi parecer muchas ganas de ver cambiar cosas, de enriquecerse ellos pero también lo que serían sus clientes, y, de cada 3 personas, hay por lo menos una idea nueva. Cuando uno conoce a alguien pregunta su nombre y su proyecto, y siempre merece al menos una felicitación, cuando no más. Súper motivador.

Hubo charlas de un minuto para presentar un par de proyectos. Eric rompió el hielo con un “pitch” de 55 segundos de Chef Surfing que fue EXCELENTE.

Hoy nos dedicamos a hacer trámites. Caminamos por el centro, fuimos a la policía, nos entintaron los dedos, fuimos al registro civil. Todo un gran embole si uno pasa por alto el hecho de que se escuhaban tres idiomas de gente (todos) con inigualables experiencias de vida. Y sólo tres idiomas porque muchas representantes de distintas nacionalidades hablan buen inglés.

En fin, evidencias de la conjetura de mi post anterior: el viaje es abrumador, y no esperamos que se estabilice. MUCHAS gracias por sus mensajes por las distintas redes y canales. Soy de la nueva generación: valoro hasta los “me gusta” de FB, imaginen los suculentos comentarios que dejaron en el blog. ¡Gracias!

Mañana empezamos a trabajar en serio, que están llegando excepciones de la aplicación a mi mail como nunca. Comentario al paso de nuevo: los santiagueños que preguntan a qué nos dedicamos se mean encima por ChefSurfing.com: soluciona los mismos problemas que en Buenos Aires, y, aparentemente, son problemas que tienen en la mira.

¡Hasta la próxima!