Pasó un mes y medio sin que escribiera. Como cuando uno no saca fotos para dedicarse lo máximo posible a mirar lo que rodea, en buscas de aprovechar cada vivencia que se presentaba no dediqué tiempo a escribir. Hoy encuentro un lugar en la noche, así que escribo pocas notas personales y sobre Startup Chile.

En terreno personal, la entretenida rutina continuó. Trabajamos mucho, hice deportes, fuimos a ver bandas, hicimos algunos paseos cortos de fin de semana. En la casa cambiaron todos los compañeros de pieza, así que me volví a presentar como si recién llegara, e hice muchos amigos nuevos. Entre relaciones de Startup Chile y de la casa los planes sobraban, con ese feliz problema de siempre tener que elegir entre buenas alternativas.

Startup Chile está terminando, tuvimos una fiesta de “graduación”. Nos despedimos por un tiempo con Eric: ellos siguen hacia San Francisco, yo continuaré vida por unos meses en Buenos Aires. Chef Surfing empezó a funcionar en Chile de manera esperanzadora: la nueva versión gustó y fue muy útil (usuarios publican solicitudes, chefs envían sus propuestas, usuarios eligen la que mejor les parece). Tuvimos algunas cenas y fiestas exitosas donde comprobamos que resuelve el problema: la mejor manera de contratar a un chef a domicilio. Los estudiantes alemanes de casa se sorprendían de pagar precios buenos por cenas caseras de chefs profesionales y locales. El producto está bueno. Eric y Clara trabajan mucho, buscando ahora implementar un modelo de negocios y buscando inversión “smart”.

En el mundo startup hay como dos visiones bastante antagónicas: hacer crecer la base de usuarios exponencialmente, buscar inversión, y “explotar”; o “bootstrapear”, que es buscar la rentabilidad al corto plazo, y lograr un producto mínimo viable, vendible lo más pronto posible. Cada una tiene sus ventajas y desventajas. Pero encuentro en Startup Chile que más que como a una discusión interesante, se trata el tema como a una religión.

Mis amigos de Startup con quienes tengo y tuve mucha afinidad son muy críticos de la orientación “funding” de Startup Chile: ellos ni siquiera “pitchean” su producto a inversores, y se ríen del estilo “rock star” de los eventos “SUP”, aunque comparten visión y ambición. Y no se habla abiertamente, pero ellos y “los otros” startupers se dividen en veredas opuestas, y como que se miran con recelo. Las pocas veces que se intenta hablar de eso el ambiente se tensa un poquito, y siempre se deja escapar un reproche por lo bajo. En mi opinión se podría discutir de esto sin intentar convencer, pero se trata como a una cuestión de fe: no se habla de verdad: durante una sobremesa se elige una vereda y ahí uno se queda, y para evitar malos tragos se cambia de tema o se deja hablar al más apasionado, “loco” a los ojos de la vereda opuesta. Me sorprende, siendo todos gente obviamente inteligente y que sabe pensar. Algunos dicen que tiene que ver con la seguridad en uno mismo, y lo veo en algunos, aunque me vuelve a llamar la atención que personas de alrededor de 30 años y con mucha energía y méritos caigan en trampas obvias como un argumento ad-hominem.

Fuera de estos temas humanos, y volviendo a la dicotomía, personalmente prefiero el estilo “bootstrap”, sin juzgar incorrecta la búsqueda de inversión y el no enfocarse en un MVP rentable. También entiendo que inversión implica publicidad, y eso derivará directamente en clientes activos.

En esta última ronda compitieron ~1.600 startups por los 300 lugares que habilita Startup Chile por año. Se dice que generación tras generación esto mejora, no sólo por una selección de startups más competitiva sino además porque pulen los problemas que tiene un programa tan nuevo. Muchos se quejaron de que los procesos de reembolso del dinero se puso demasiado burocrático e impredicible, aparentemente para evitar algunos fraudes que algunas startups practican. Clara se ocupa de nuestros trámites, pero los equipos más pequeños se pasan días laborales juntando facturas en la forma correspondiente para poder acceder al reembolso, lo que parece muy poco eficiente, gran enemigo de una startup.

Esta es mi última semana de trabajo en Chef Surfing al menos por un tiempo, me dediqué a cuidar el código con testing y documentación. Porque no me necesitaban en la oficina, alquilamos un autito con amigos y vinimos a trabajar a la Costa, a ciudades pequeñas, donde hoteles con wi-fi y vista al mar son baratos. En los recreos bajamos a la playa desierta y caminamos por sobre arena, rocas, caracoles y mar. Trabajamos con vista a los atardeceres del Pacífico, sobre acantilados rodeados de gaviotas, tan productivamente como en el Centro Movistar Innova. Los startupers trabajan con las mismas computadoras e internet en cualquier lugar, rara vez es necesaria la presencia física en un momento y lugar. Estamos a 3 horas y un mundo de distancia, y nos preguntamos porqué son poquitas las startups que se radican afuera de la buena Capital.