Van notas más personales del paseo chileno. El Viernes fuimos a cenar a una parrilla. Así como conocí el vino Carménère, acá conocí las vacas que se crían con música y masajes. El corte parecía entrañas y estaba realmente bueno, no pude encontrar el nombre por internet. Dimos unas vueltas, y a dormir.

Ayer Nelson y Mauricio nos pasaron a buscar, y salimos a almorzar con Florian a Franklyn. Franklyn es como una unión de San Telmo, y el Mercado de Pulgas de Palermo, y un poco de El Alto, en La Paz, Bolivia. Había personas vendiendo cosas en la vereda (cables y adaptadores de todos los colores, parrillas, muebles de campo), galpones donde vendían libros y antigüedades, un galpón lleno de lugarcitos donde comer (comimos comida tailandesa). Me sorprendió que contaban que esos lugares están controlados por el Ministerio de Salud de su gobierno, tienen un Estado muy presente. Y quien no cumple ciertas reglas pierde su espacio en el galpón. Otro dato curioso es que este chiringuito donde comíamos comida tailandesa a precios accesibles tiene una sucursual, de los mismos trabajadores, en Las Condes, donde tienen permitido vender alcohol, y los mismos platos (tal vez menos abundantes) cuestan el triple. Se adaptan bien a los distintos mercados estos cocineros y empresarios. En Franklyn, amigos de los chicos habían encontrado verdaderas joyas en arte o libros a precios de mercado de pulgas, y otras cosas, por el contrario, se veían carísimas y parecían no valer nada. Un lugar que sorprende.

De ahí anduvimos por Recoleta buscando unas cosas que Nelson tenía que llevar al Salón más grande de la Minería de Sudamérica. Lo ayudamos a llevar unas cajas a un stand, dentro de uno de los gigantes galpones de la muestra, donde cientos de obreros no paraban de trabajar sobre sus stands. Caminábamos sobre una alfombra con el nylon aún puesto, llena de aserrín. Habrán trabajado sin dormir, porque abren mañana Lunes temprano. Florian (de Alemania) no podía creer no sólo que trabajen un Domingo… ¡pero que sea el Domingo de Pascuas!

Nombraban a los distintos picos que se ven desde la ciudad, todos buenos lugares para ir a hacer trekking de varias horas, cumbres por el día. En breve empezaremos las primeras, me inquieta porque vamos con una maratonista que termina los 42km en menos de tres horas.

De ahí fuimos a pasear a Las Condes. Súper ordenado, súper lindo. Anduvimos por un shopping gigante (“Parque Arauco”) con negocios similares a los de Buenos Aires, parques amplios, verdes, y volvimos por una avenida que corre bajo el río que cruza Santiago, en un largo túnel. Llegamos a nuestro barrio y ya lo mirábamos con cariño: un toque menos elegante, y un toque más bohemio (más “cool”, que es el “buena onda” de Chile). Unas cervezas en un bar, y al cine.

Hoy fuimos a la Catedral con Florian, en la misa de Pascuas. Una celebración bastante ortodoxa para lo que estamos acostumbrados en Argentina, aunque nunca fui a la Misa de Pascuas en Buenos Aires. Y sin embargo Florian la encontró bastante poco ortodoxa a comparación de las misas normales de su pueblo!

Ahora, al museo de Bellas Artes, que se ve prometedor. Ya me estoy sintiendo mucho mejor, no veo la hora de volver a salir a hacer deportes. Un fin de semana de puro ocio, aunque con pocos ratos de verdadera inactividad como para mirar el Parque o leer un libro! Tengo unos compañeros de departamento de excelencia.